Wednesday 1 July 2009

Tokyo Blues

Pues ya estamos de vuelta, aunque no de vuelta de vacaciones precisamente, pero sí ya de vuelta en tierra patria, por fin. Digo por fin sólo porque, si bien adoro Japón, como bien es sabido, este viaje ha sido particularmente duro. La exposición era difícil (a la par que preciosa), el montaje lo ha sido aún más y, sobre todo, las diferencias culturales con aquel país y los suyos, especialmente a la hora de trabajar. Desde luego que, entre otras cosas, para eso iba yo, para salvar todas esas diferencias, que las hemos salvado, pero es que ha habido que salvarlas todas, no ha quedado una por salir jejeje. Eso sí, una cosa con la que estoy encantado es que, gracias a mi extraño metabolismo, el estrés me adelgaza una barbarité, con lo que he vuelto hecho un pincelito, no con las chocolatinas ya hechas, ojalá, pero vaya, encantado jajajajaja. Además debo decir que la dieta japonesa contínua es de lo mejor que le puedes echar al body, sobre todo en plan detox radical, viene ideal, en serio.

La verdad es que este viaje, si bien largo, casi 15 días, ha sido mega didáctico a muchos niveles y debo decir que estoy encantado con todo lo aprendido, aunque en ocasiones el aprendizaje haya sido más duro de lo deseado. Con lo que me quedo principalmente (aparte de la tarjeta de miembro de Issey Miyake, de la que luego comento) es con que, con ganas, predisposición e ilusión, verdaderamente se puede superar casi cualquier obstáculo. Os pongo un ejemplo; había unos cristales enormes de unos 2x3m que llegaron con medida errónea a Japón y había que quitarles 8mms a cada uno, ocho milímetros, o sea, una porción mega small. La galería receptora, una vez superado el pavor inicial, se puso inmediatamente al habla con varias cristalerías especializadas para llevar a cabo las tareas de corte. Pues TODAS dijeron que no lo hacían, que no querían la responsabilidad de poder cargarse el cristal completo. Pues para que luego digan que Spain is different… y tanto que lo es. El fantástico equipo de montaje con el que viajaba, se puso a hacer sus cálculos, debatieron entre ellos y de repente me los vi, incluyendo al director de la empresa, guantes en mano, tomando las medidas para hacer el corte y quemando el borde del cristal para reblandecerlo. Luego, con una radial que me mandaron a comprar de una ferretería cercana, ayudados de una precisión digna de los más expertos artesanos y rezando con un optimismo jobiano, consiguieron cortar los cinco cristalazos, ante la mirada perpleja de los japoneses que no daban crédito a sus ojos, ya que para ellos aquella determinación es totalmente desconocida. Una vez se hubo cortado, lijado y colocado los cristales, los japoneses rompieron en un estruendo de aplausos que creo que se debió de oír hasta en España, sólo de recordarlo se me ponen aún los pelos de punta. De verdad que yo mismo me quedé alucinado, pues si se hubiese roto uno de los cristalitos, la catástrofe hubiera podido ser mayúscula… no fue así.

Otro de mis descubrimientos fue la tienda hiper mega exclusiva de Issey Miyake, de verdad que no daba crédito a mis ojos. El comisario de la exposición, que la conoció a través de una mega It friend española, fue quien me llevó la primera vez. Resulta que esa tienda vende exclusivamente la línea Pleats Please del diseñador nipón, pero lo que vende esa tienda es de venta exclusiva ahí, no se puede comprar en ningún otro establecimiento del mundo, absolutamente epatante. Eso sí, el día de la inauguración de la exposición, pude comprobar que muchas japonesas estupendorras conocen la tienda también y además siguen sus tendencias, las muy brujas iban con lo last de lo mega last. Lo primero que llamó mi atención de la tienda fueron los foulards, casi fenezco in situ e ipso facto del impacto visual, valga la reponderación de latinismos. Of course, de inmediato me quedé con uno corto en gris y uno largo en negro, absolutamente ES-PECTACULARES ambos. La pena, que el grande llevaba un agujero que no había visto y me tocó devolverlo; el horror, que no tenían más en stock y me quedé sin foulardazo grande estupendo. Eso sí, espero volver en agosto a la recogida de la muestra y poder entonces llevármelo. Lo siguiente que me dejó sin words fueron sus bolsos, unas maravillas del diseño, uno de ellos plegable estilo origami japonés, que podías convertir en bolso estupendo o bolsito mega cuqui divino… de death súbita. Luego había unos maxi bolsos playeros monocromáticos flouorescentes, hechos como si fuera en papel burbuja pero de bolas gigantes, muy difícil de explicar pero verdaderamente ideales.

(El bolso origami de Issey Miyake... para morirse)


Por supuesto, no pude resistirme a comprar un ejemplar de cada a mis adoradas sisters y, con eso y el foulard, las divinas dependientas me ofrecieron hacerme la tarjeta de cliente, que en realidad no sirve para mucho, pues para que te lleguen a hacer un descuento significativo has de dejarte un par de sueldos y tampoco voy a ir yo a su tienda tokiata tan a menudo a gastarme los yens, pero la gilipollez de tenerla es TAN genial, con mi nombre grabado en japonés y todo jajajajajajajajaja. Takayuki San (curador general de la galería y a quien dije que nombraría aquí), un fashionista estupendo con un gusto envidiable, me llevó a algunas tiendas absolutamente ideales adonde compré, entre otras cosas, unos zapatos y una camisa de verdad fantásticos; los pañuelitos de mano en algodón y seda salvaje, que también conseguí gracias a él, son igualmente como para morir por falta de oxígeno.

Y ya una vez pasados los estreses varios del montaje y demás vicisitudes, el sumum fue el día de la gran inauguración. Primero un pase privado de una hora de duración para Tadao Ando, el arquitecto japonés más importante desde hace ya un par de décadas, donde yo traducía las palabras del arquitecto que había hecho la exposición, viajado desde España para la ocasión con un equipo de 16 arquitectos, nothing less. La verdad es que fue curioso por el carácter introvertido y poco habitual de Ando San, pero nada más destacable. A ese mismo pase debía haber venido el presidente de Louis Vuitton Japan, pero el día de antes anuló su cita por un “compromiso ineludible de última hora”, una pena porque tenía muchísimas ganas de conocerle, imaginaos. No obstante, no sé si Dios o Buda o ambos together, pero tuvieron a bien el resarcirme de no conocer al presi Vuittoniano, mandándome a la inauguración a uno de los directivos de Publicidad y Marketing de Hermès, oui, además llevaba un maxi Birkin agarrado por el asa que era como de infarto súbito, en piel de avestruz y tono camel, lo mega more de lo more, ¡qué preciosidad! Intercambiamos tarjetas, ritual casi sagrado en Japón, y me dijo que si al recoger la exposición tenía tiempo, le llamase para tomar algo… os tendré informad@s porque, desde luego, si vuelvo le llamaré, lo sabe Buda, vaya jajajajajajajaja.
Luego vino la correspondiente rueda de prensa, en la que los corresponsales españoles, la verdad, dejaron bastante que desear en mi opinión, pero bueno, para media hora después pasar todos a uno de los salones del hotel que hay justo al lado de la galería, adonde tuvieron lugar unos discursos y un ágape con vino de honor. Encima no sé a santo de what, pero la intérprete en vez de hablar en alto para todo el mundo, lo hizo susurrando y sólo para la esposa del embajador español (una japonesa bastante extraña) y el agregado cultural, también de nuestra Embajada, con lo que me tocó, sin estar previsto, hacer de intérprete improvisado para la coordinadora del Gobierno Español que acompañó nuestra expedición… duro, pero bien. Algo que me llenó de alegría; en el vino de honor estaban mis dos “madres” japonesas, las dos señoras con las que viví en mis tiempos de estudiante en Tokio, mi Migita San y mi Mori San, que además me miraban con cara de orgullo maternal realmente sentido… muy grande.
Y ya de allí la galería nos llevó a cenar, al equipo de montaje, coordinadora, comisario y artista con su equipo, a un restaurante estupendo donde tuvieron lugar los agradecimientos y peloteríos varios de rigor, cabezazos por doquier (las típicas reverencias japonesas) y, todo sea dicho, ya muchas risas después de relajar los nervios previos a la inauguración.

Y así ha transcurrido mi viaje que, igual que Japón en sí, ha estado lleno de contrastes, de los que consiguen ponerlo todo en equilibrio y que la sensación final sea fantástica. Abajo os adjunto algunas fotos curiosas del viaje, pero antes quiero compartir con vosotros una gran frase que leí tiempo a, de Clarke (el de 2001: Una Odisea del Espacio), y que he recordado mucho durante el viaje: <<The only way to discover the limits of the possible is to go beyond them into the impossible>> (“La única forma de descubrir los límites de lo posible es traspasarlos en dirección a lo imposible”). Espero que os gusten las fotos. Hasta pronto.
(Sushi del Sushi Bar del Hotel Ritz Carlton, era TAN bonito que daba pena comérselo)

(Vista nocturna de Tokio desde mi habitación del piso 34)

(Grunges en Harajuku)

Bss Mil,

ElPajarito