Monday 26 January 2009

Cosas que hacer en Europa...cuando aún estás vivo

Sí, sí, ya lo sé, tenéis toda la razón, he tenido esto de lo más desamparado desde hace más de un mes. Para hacer honor a la verdad, primero con las festividades navideñoneoanuales, luego con el trabajo de oficina que me ha llevado de cráneo y finalmente el periplo europeo que me ha tenido nueve días fuera de onda y casi incomunicado, me ha sido del todo imposible hacer las cosas de otra manera. Echando mano del refranero patrio y esperando que me sirva como excusa ante vuestros benévolos ojos, más vale tarde que nunca y, a Dios pongo por testigo que os he tenido muy pero que muy presentes, a mis Darlings Dearest de cabecera en particular y a tod@s los bloggers que me visitan en general, de verdad.
El viaje ha sido largo y MUY intenso, pero ¡TAN GRANDE! El secreto profesional me impide revelar la mayoría de los datos y cosas interesantes vividas. Sí, la vida es así de dura, pero puedo decir que he estado, por pura casualidad y sorpresa de la vida, en la segunda recepción palaciega de mi vida, en el palacio Granducal de Luxemburgo. Como le dije por teléfono a mi Tuxi, quedé absolutamente epatado y petrificado con el sitio, la puesta en escena y... la falta de simpatía de la Gran Duquesa (por decirlo eufemísticamente), pero como decía mi antaño querida Mayra Gómez Kemp, "hasta ahí puedo leer". Para mi frustración y la de, imagino, el resto de asistentes, tanto las cámaras de fotos como los móviles nos fueron "confiscados" al entrar hasta nuestra salida, con lo que no pude tomar ni una sóla instantánea para tener algún recuerdo gráfico de aquello, pero sí que nos hicieron una foto de grupo que espero recibir a través de la persona que me invitó al evento, suegro del trasero femenino mejor sentado de la Galia. A buen entendedor... Sólo diré una cosa más al respecto, el que tenga oportunidad y pase cerca, que visite Luxemburgo y el palacio, aunque sea por fuera, digno de todos los cuentos de hadas juntos. Eso sí, no hagáis como yo e intentéis hablar ni con la seguridad exterior ni con la interior, pues no os van a hacer ni puñetero caso (yo pensaba que eso sólo ocurría en Buckingham, pero me equivocaba). Otro apunte, en mi humilde opinión, la casa granducal de Luxemburgo necesita con toda urgencia a un nuevo/a estilista, my goodness me!
Y por fin, tras muchos miles de kilómetros en camioneta blindada que me han llevado por Alemania, Suecia, Luxemburgo y Bélgica (sólo por mencionar los países en que hemos hecho noche), sorteando frío, viento, nieve y lluvia, por fin el jueves pasado quedé libre en Bruselas para disfrutar hasta el domingo de una escapadita con amigos del colegio de cuando era pequeño (el viaje lo teníamos planeado hace mucho tiempo y ha coincidido con este periplo y encima terminábamos en Bruselas, ni adrede me habría salido mejor). Ni que decir tiene que los dos días en Bruselas fueron también geniales y, sobre todo lo que más, me acordé de Cruela, muchísimo. Por suerte el regreso ya fue en avión, el sábado, lo cual me evitó los casi dos mil kilómetros que separan mi ciudad de la capital belga... menos mal.
Y ahora tengo que volver a disculparme, pues el jueves salgo, afortunadamente en avión, para mi querida Londres en otra misión comercial, hasta el lunes, así que prometo ir pasándome por los blogs en cuanto vaya pudiendo y contestaré a los comments que me dejéis por aquí igualmente en cuanto me sea posible, pero que conste que no os olvido. Esto me pasa por ser un freaky de los idiomas...........
Bss Mil,

ElPajarito